Protección frente a campos electromagnéticos
La Directiva 2013/35/EU debe integrarse en la legislación nacional el 1 de julio de 2016. Las empresas tendrán que hacer una valoración de riesgos en cada entorno de trabajo. Los equipos de medida necesarios ya están en el mercado.
Significa nuevos retos para las empresas, ya que deben realizar una evaluación de riesgos en sus entornos de trabajo y documentar los resultados. Ya se ha publicado la «Guía de buenas prácticas para la aplicación de la Directiva», que explica cómo hacerlo. Las disposiciones mínimas de salud y seguridad relativas a la exposición de los trabajadores a los riesgos derivados de agentes físicos (campos electromagnéticos –como dice el propio título de la Directiva– están en vigor desde que fueron publicadas, por lo que las empresas deben abordar este tema de manera inmediata.
La Directiva 2013/35/EU, publicada el 29 de junio de 2013, no es simplemente la sustituta de la Directiva anterior 2004/40/EC. También sustituye a las regulaciones nacionales, dado que uno de los objetivos de la UE es unificar las prácticas de salud y seguridad en el trabajo, para minimizar posibles distorsiones competitivas entre los Estados miembros. En Alemania, por ejemplo, la Directiva CEM se implementará mediante una nueva ley que abolirá la actual disposición de prevención de accidentes BGV B11, conocida hoy día como DGUV 15. El contenido de la «Guía de buenas prácticas» se incorporará a un reglamento técnico que sustituirá al BGR B11, denominado Regla DGUV 103-013.
Valores de exposición y niveles de acción
Una de las novedades de la Directiva CEM son los niveles de exposición en el rango de baja frecuencia, hasta 10 MHz, basados en las recomendaciones publicadas en 2010 por ICNIRP (Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante), mientras que la Directiva previa 2004/40EC estaba basada en las recomendaciones ICNIRP de 1998. Los límites de la intensidad de campo eléctrico son ahora más estrictos. Por el contrario, los valores permisibles para campos magnéticos en baja frecuencia son mucho más generosos. Las variaciones en las especificaciones de ICNIRP se deben a las continuas investigaciones y avances tecnológicos.
La Directiva CEM tiene en cuenta dos tipos de efectos biofísicos directos causados por los campos electromagnéticos. En primer lugar, efectos térmicos como el calentamiento de los tejidos asociado a la absorción de energía, típicos en alta frecuencia (por ejemplo, campos fuertes de alta frecuencia pueden ocasionar quemaduras internas y, en casos extremos, provocar ceguera). En segundo lugar, la Directiva CEM considera efectos tales como la estimulación muscular, nerviosa y sensorial causada por frecuencias bajas. Esos efectos pueden dar lugar, por ejemplo, a ilusiones ópticas.
Además, la Directiva CEM tiene en cuenta algunos efectos indirectos, como las descargas y las corrientes de contacto inducidas por los campos electromagnéticos, las interferencias con marcapasos u otros implantes metálicos, y el riesgo de proyectil de objetos ferromagnéticos (un simple clip puede convertirse en un misil peligroso en presencia de un fuerte campo magnetostático).
Los valores límite de exposición (VLE), basados en las intensidades de campo dentro del cuerpo humano, son obligatorios para una protección adecuada ante posibles efectos biofísicos. Sin embargo, no pueden medirse en la práctica. Por ello, la Directiva CEM especifica los denominados niveles de actuación (NA), que pueden medirse fuera del cuerpo humano. La seguridad personal está garantizada siempre que no se excedan los niveles de actuación, lo que asegura el cumplimiento de los niveles de exposición.
Niveles de actuación: ¿cómo medirlos?, ¿cuándo actuar?
La Directiva CEM hace una distinción entre efectos térmicos y no térmicos. Los efectos térmicos no sólo dependen de la intensidad de campo, sino también de la frecuencia. Por tanto, la Directiva define niveles de actuación dependientes de la frecuencia, entre 100 kHz y 300 GHz. Si esos valores se exceden, es necesario tomar medidas protectoras. El equipo de medida utilizado debe evaluar las intensidades de campo para cada frecuencia, y sumar con precisión los efectos individuales, ya que normalmente hay muchas frecuencias “en el aire”, en la gama de altas frecuencias, por ejemplo, cerca de los transmisores. En estos casos, cuando las intensidades de campo son altas, los monitores de campo personales alertan a las personas que los usan.
Los efectos no térmicos también dependen de la frecuencia. La Directiva CEM define los niveles de actuación entre 1 Hz y 10 MHz: niveles de actuación inferiores, por encima de los cuales pueden ocurrir efectos sensoriales –cambios transitorios en la percepción sensorial–, y niveles de actuación superiores, relacionados con efectos nocivos para la salud. Si se superan los niveles de actuación inferiores hay que tomar medidas protectoras. En el caso de los niveles de actuación superiores, es necesario implementar medidas preventivas, para asegurar que los límites no se excedan.
En entornos industriales suelen existir campos de baja frecuencia e incluso campos pulsantes. Por esta razón, la Directiva CEM utiliza el método de ponderación de picos, que pondera los valores de pico en el dominio del tiempo, como método de referencia para campos no sinusoidales. Los instrumentos diseñados específicamente para mediciones de seguridad ya implementan este método de medida, también llamado conformación en el dominio del tiempo (STD).